Tras la muerte de su esposo, viuda encuentra vieja maleta que él le escondió por más de 50 años – Historia del día

Mientras aún está aprendiendo a sobrellevar la muerte de su esposo, Margarita hace un descubrimiento que la obliga a reconsiderar los últimos años de su vida.

Cuando Margarita Fuentes tenía 18 años, tomó una decisión que afectaría el resto de su vida: se casó con el dulce y divertido Daniel Hernández, a quien su rico padre desaprobaba.

“¡Te casas con ese vividor y no obtendrás nada de mí, Margarita!”, le había gritado su padre. “¡Verás lo que realmente es el amor cuando tengas que vivir en una ratonera de una habitación llena de cucarachas trepando por las paredes!”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Pero Margarita no escuchó a su padre. Estaba segura de que nunca se arrepentiría de su amor por Daniel. Al principio, fue romántico ir a ese pequeño apartamento. Margarita encontró un trabajo como recepcionista en un gran hotel y Daniel comenzó a trabajar para la oficina de correos.

“Es por la seguridad laboral, cariño”, le había explicado Daniel cuando Margarita lo instó a encontrar un trabajo mejor pagado. “¡Tengo que saber que va a haber una pensión para mantenernos cuando seamos viejos!”.

Margarita entendía la obsesión de Daniel con la seguridad. Había visto a su madre intentar sobrevivir con la miseria que le concedió la asistencia social después de que su padre muriera en un accidente de trabajo en una obra de construcción. Había sido un ilegal, sin seguro y sin pensión para su viuda y sus cinco hijos.

Daniel estaba decidido a que no les pasaría lo mismo a Margarita ni a sus hijos. Trabajar para la oficina de correos, pensaba, les daría esa seguridad.

Pero dos salarios modestos no daban para mucho con dos hijos que criar. Aunque eran frugales, cada centavo que ganaban lo gastaban, y quedaba muy poco para ahorrar.

Cuando sus dos hijos crecieron, se fueron de casa y comenzaron sus propias vidas: su hijo se mudó a Alaska y su hija a Brasil. Margarita y Daniel volvieron a estar donde habían comenzado.

Fue por esta época cuando falleció el padre de Margarita. Aparentemente, el tiempo y la felicidad de su hija no habían ablandado su corazón porque dejó todo su patrimonio, muy considerable, a su hijo menor, quien no consideró compartirlo con su hermana.

Daniel estaba devastado. “¡Esto es lo que te costó enamorarte de mí!”, dijo amargamente. “¡La vida que te merecías!”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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“¡No!”, dijo su esposa con firmeza. “¡No cambiaría lo que tenemos por todo el dinero del mundo!”.

Pero Daniel se volvió silencioso y distante, y por primera vez en treinta y ocho años de matrimonio, Margarita comenzó a preguntarse si todavía la amaba.

Entonces Daniel empezó a trabajar muchas horas extras en el trabajo. “Es este nuevo correo de entrega al día siguiente, tiene que clasificarse las 24 horas del día, los 7 días de la semana…”, le explicó.

Pero Margarita había notado que cuando Daniel llegaba a casa a las dos o tres de la mañana, olía diferente, a lirios, y a ella nunca le había gustado el jabón con ese aroma.

Le recordaba a su abuela paterna, una mujer que siempre había sido desagradable con ella. Daniel olía a lirios, y ya no tenía intimidad con su esposa.

Al principio, Margarita se dijo a sí misma que era su imaginación, pero las cosas no cambiaron. Dos años después, Daniel seguía regresando a casa todas las noches con olor a lirios y, lo peor de todo, no había dinero extra en su cuenta conjunta.

Margarita trató de abordar el tema con su esposo en una oportunidad, pero él le espetó. “¿Tengo que dar cuenta de lo que gasto también? ¡Es mi dinero, me lo gané!”.

Después de eso, Margarita no dijo una palabra más y solo lloraba en silencio cuando él llegaba a casa todas las noches y le daba la espalda en la misma cama en la que habían concebido a sus hijos.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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Nunca más hablaron sobre sus planes para su jubilación, y el ‘tiempo extra’ que trabajaba Daniel dejaba poco espacio para hablar de aquello que estaba destruyendo su matrimonio.

Cuando llegaban los fines de semana, se encerraba en el garaje y únicamente salía a comer. Margarita pasó de ser la mujer más feliz del mundo a la más miserable. Todos sus sueños se habían evaporado, y comenzó a dudar si Daniel la había amado alguna vez.

Cuando celebraron su 50 aniversario de bodas, Daniel sufrió un infarto. Margarita sabía cuál era el pronóstico incluso antes de que escuchar lo que le diría el médico. Sacudió la cabeza lentamente.

“Señora Hernández”, le dijo el doctor, “creo que debe prepararse para lo peor. El corazón de su esposo está simplemente desgastado. La única opción sería un trasplante de corazón, y su edad lo ubica en un lugar bajo de la lista…”.

“Tiene sesenta y nueve”, dijo Margarita. “Tiene solo sesenta y nueve años, prometió que se jubilaría…”. Esa noche llamó a sus hijos, quienes regresaron para despedirse, junto con Anna, la única nieta de la pareja.

Dos semanas después, todo había terminado. Daniel se había ido y, aunque les había hablado con cariño a sus hijos y a su nieto sobre el pasado, solamente había sostenido la mano de Margarita en silencio.

“Margarita”, había susurrado en su último día en la tierra. “Te amo solo a ti, siempre te he amado” Esas fueron sus últimas palabras, y un escaso consuelo después de tantos años de dudas e infelicidad.

Los hijos de Margarita lloraron por su padre, y se fueron poco después del funeral. Con ella se quedó Anna, para acompañarla en su hogar ahora vacío.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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El día después de que sus hijos se fueran, Margarita se levantó y decidió que haría una limpieza total. Con la ayuda de su nieta, empacó todas las pertenencias personales de Daniel en cajas de cartón para donarlas.

Estaba cerrando la última caja cuando una bocanada de lirios aturdió sus sentidos. Se encontró gritando, pateando la caja, y derramando todo el contenido cuidadosamente doblado.

Anna estaba allí para abrazarla y calmarla, mientras su abuela le contaba todo: “Me ha estado engañando durante los últimos 12 años, viniendo a mi cama todas las noches oliendo a otra mujer”, dijo sollozando. “¡Sus últimas palabras para mí fueron una mentira!”.

Las lágrimas y hablar de su dolor ayudaron, y Anna sugirió que fueran al garaje de Daniel y limpiaran las últimas cosas que quedaban allí. Las dos mujeres entraron al garaje y comenzaron a clasificar la basura acumulada durante toda la vida de su esposo.

Luego, en una esquina, Anna encontró una maleta vieja con cerraduras oxidadas. Estuvo a punto de tirarla, pero se sentía bastante pesada, así que decidió abrirla primero.

“Abuela…”, llamó Anna. “Por favor, ven aquí…”. Margarita dejó caer la lata llena de clavos que había estado clasificando y se acercó a su nieta. La maleta estaba abierta y dentro había paquetes de billetes de 20 dólares cuidadosamente envueltos y un diario viejo.

“¿De dónde viene esto?”, preguntó Margarita. “¡Es mucho dinero!”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

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Anna abrió el diario. “Abuela”, dijo en voz baja. “Tienes que leer esto… Creo que empezó a ahorrar cada centavo que podía desde que se casaron… ¡Oh! ¡Esto es de hace 12 años! Escucha: ‘Hoy comencé a trabajar en el departamento de saneamiento de la ciudad, la limpieza de alcantarillado en el turno nocturno’”.

“No es un trabajo fácil, pero paga mucho mejor que mi trabajo diario, y tengo que asegurar el futuro de Margarita. Su padre tenía razón. Soy un perdedor. Le costé todo, pero estoy decidido a compensarla”.

“No quiero que Margarita lo sepa, así que le dije que estoy clasificando el correo nocturno y que me ducho antes de volver a casa todas las noches. No traeré ese hedor a nuestra casa”.

Margarita lloraba en silencio mientras Anna leía el relato de Daniel sobre su doble vida. “Mira abuela, él escribe en lo que está metiendo en la maleta todos los meses… ¡Hay un total de casi 300 mil dólares!”.

Margarita miró dentro de esa vieja maleta la prueba viviente del amor incondicional de su esposo y su disposición a sacrificar cualquier cosa por ella. “Oh, Daniel”, susurró ella. “Y perdí tanto tiempo llorando por tu supuesta traición…”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • La confianza es la piedra angular del amor, y una vez que cedes a la duda, puede destruir tu paz mental. Margarita creía que su esposo la estaba engañando cuando él estaba trabajando duro para garantizar su futuro. Daniel por su parte, tampoco fue sincero con ella, generando una gran confusión en su corazón.
  • El verdadero amor es una fuerza muy poderosa que a veces no es racional. Daniel haría cualquier cosa para asegurarse de que Margarita estuviera bien y terminó sacrificando su salud.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien.

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