Un hombre pobre que conoció a una madre con tres hijos en la parada de autobús hizo un lindo gesto por ellos.
Donald era un anciano que tenía planeado ir a un supermercado con ofertas. Revisó sus bolsillos antes de salir. Cartera, llaves de la casa, boleto del autobús, estaba todo listo.
Cuando llegó a la parada de transporte, vio a una joven de pie. Llevaba a un bebé en brazos e intentaba que dos niños pequeños se comportaran. “¡Para, Mike!”, gritó, meciendo al bebé. “¡Para, Ricky!”.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash
Pero los dos niños, uno de cuatro años y el otro de tres, no le hacían caso. “Aquí, chicos”, dijo Donald. “¡Cuidado con mamá!”. Al oír una voz extraña, los niños se detuvieron y miraron a Donald.
“Gracias”, dijo la madre. “Se me dañó el coche, y tengo que llevar al bebé al médico… ¡Pero ellos son muy inquietos!”.
“¿Eres nueva en la urbanización?”, preguntó Donald.
La mujer sonrió. “¡Sí! Soy Ellen. Vivo en la casa color rosa”.
Donald le devolvió la sonrisa. “¡Es la que está al lado de la mía! Es bueno que la gente joven vuelva a vivir en el sector. Los niños le dan vida a las calles”.
Ellen suspiró. “¡Ahora mismo, estoy agotada! Los niños son muy traviesos y salí retrasada por ellos”.
Donald se rio. “Recuerdo cuando mi esposa y yo éramos padres jóvenes… ¡Estábamos cansados todo el tiempo!”.
“¿Cuántos hijos tienen?”, preguntó Ellen.
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“Seis”, respondió Donald. “Pero todos viven lejos”.
“¿Seis?”, comentó Ellen. “¡Es mucho gasto!”.
“Sí, pero aprendes a buscar ofertas. Yo sigo yendo al mismo supermercado, ¿sabes? Deberías probarlo. Los mejores precios, y mi pensión me rinde un poco más”.
“Gracias por el consejo”, dijo Ellen. “¡Oh, mire! Es el autobús”.
El autobús se detuvo y Ellen se acercó al conductor. “Su boleto, por favor”, dijo. Ellen asintió y abrió su bolso para buscar su cartera. Ellen empezó a ponerse nerviosa. “¡No encuentro mi billetera! Oh, no!”.
“Vuelve a buscar”, dijo Donald amablemente. “A veces, cuando tenemos prisa no encontramos las cosas”.
“¡No está aquí!”, respondió Ellen. “¿Qué voy a hacer? ¡Tengo que estar en el médico en media hora! Por favor, Donald, ¿podría prestarme dinero para el pasaje?”.
Donald negó con la cabeza. “Lo siento, Ellen, no tengo dinero. Hago las compras con mis cupones de comida en esta época del mes”.
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Ellen parecía tan abatida que Donald dijo: “¡Toma mi boleto de autobús! Los niños no pagan, así que te llevará al pueblo”.
“Pero, ¿y usted?”, preguntó Ellen con ansiedad.
“No te preocupes”, le dijo Donald. “¡Iré de compras la semana que viene!”. Ellen aceptó y subió al autobús, luchando por mantener a Mike y Ricky bajo control.
Donald los vio partir y luego regresó a su casa. Entró en la cocina y miró su despensa vacía. Tendría que arreglárselas con lo poco que tenía.
Abrió su última lata de sopa y se sentó a almorzar mientras veía reposiciones de su programa favorito de los años 80. Después, se quedó dormido frente al televisor.
Se despertó sobresaltado cuando alguien llamó a su timbre. ¿Quién podía ser? Nunca recibía visitas. Donald se levantó lentamente y se dirigió a la puerta principal. La abrió y miró a su alrededor.
No había nadie. Entonces miró hacia abajo y vio muchas cajas en la puerta. “¿Qué es esto?”, dijo. “¿Quién podría haber dejado las cajas aquí, y qué hay dentro?”, se preguntó.
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Donald abrió la primera caja. Estaba llena de frutas y verduras. La segunda caja contenía pastel y galletas y pan fresco, harina, azúcar, leche y huevos.
En la siguiente caja había salchichas, hamburguesas y jamón, y en la última había conservas. Alguien había ido a comprar para él.
Entonces, Donald vio una nota pegada en la parte superior de la primera caja. La abrió y leyó: “Querido Donald, gracias por tu amabilidad conmigo y mis hijos. Por favor, acepta esta muestra de mi gratitud”.
“Por favor, ven a comer el sábado, ¡y puedes intentar que Mike y Ricky se comporten!”. Donald sonrió al leer la nota de Ellen. Tuvo la sensación de que era el comienzo de una maravillosa amistad.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Las personas nobles se sacrifican por los demás: Donald le dio a Ellen su boleto de autobús para que pudiera llevar a su bebé al médico, aunque le faltara comida.
- Un desconocido puede convertirse en un amigo: El dulce gesto de Donald hacia una desconocida necesitada le valió su gratitud y dio lugar a una excelente amistad entre las dos familias.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien.
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