Anciana paga boda de nieta con todos sus ahorros, pero le quitan la invitación en el último momento – Historia del día

Agnes pagó la boda de su nieta Clara, y aun así fue eliminada de la lista de invitados en el último momento. Al final, las cosas dieron un giro inesperado cuando el karma hizo su trabajo.

Agnes estaba sentada sola en una de las esquinas de la sala de estar, con los ojos llorosos. Había manifestado su decisión de no asistir a la boda de su nieta, a pesar de que deseaba hacerlo, y ahora se lamentaba.

“Nunca imaginé que llegaría este día. De verdad, lamento profundamente no poder estar con ella en su gran día”, reflexionó la anciana.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Tenía 75 años cuando murió su amado esposo Eduardo. Poco después, su salud comenzó a fallar y se fue a vivir con la familia de su hijo. Al principio eran muy cariñosos, pero cuando le diagnosticaron demencia, las cosas empezaron a cambiar.

Podía escuchar a su hijo Timoteo y su esposa Linda discutiendo casi todos los días sobre si debería ser trasladada a un asilo de ancianos o lo costoso que sería el tratamiento si su salud empeoraba aún más.

La anciana se tragó todo el dolor y se quedó allí porque adoraba a su nieta. Luego de que Eduardo se fuera a su morada celestial, ella solo tenía un deseo: quería ver a su nieta casarse antes de morir.

Estuvo ahorrando por años en la espera de ese gran día, privándose de muchas cosas. Se llenó de alegría cuando finalmente se enteró de que Clara se iba a casar y ofreció todo su dinero para ayudar con los preparativos de la boda.

Sin embargo, las cosas no salieron según lo planeado. “¡25 mil dólares! ¡Eso es mucho dinero, mamá! No puedo quitarte esto”, explicó Timoteo. “Sé que adoras a Clara y quieres ayudarnos, pero créeme, mamá, no es necesario”.

“Cariño, ¿qué haré con el dinero a mi edad?”, preguntó con voz frágil. “Eres consciente de que mi salud se está deteriorando. Ni siquiera estoy segura de cuánto tiempo más viviré. Por favor, permíteme hacer esto”.

“Tiene razón, cariño”, intervino Linda. Sus ojos brillaban ante los ahorros de Agnes. “Después de todo, solo tiene una nieta. A mí me parece bien, Sra. Arias. De hecho, pienso que ha tomado la decisión correcta”.

“Mira, incluso tu esposa está de acuerdo conmigo, Tim”, comentó Agnes. “Te daré los detalles de mi cuenta de ahorros. Por favor, retira el dinero y úsalo, ¿de acuerdo?”

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“No, mamá. No creo…”, dijo Timoteo, quien dudaba en aceptar el dinero de su madre. Ella siguió insistiendo, y él finalmente cedió.

Mientras tanto, Clara estaba todo menos impresionada con su abuela: “Ella no vendrá. ¿Cómo pueden siquiera pensar en invitar a la abuela a la boda? ¡Ughh, estoy tan harta de esa vieja bruja enferma!”, le gritó a sus padres una noche.

“Pero, cariño”, protestó su madre, “ella está pagando tu boda”.

“¡Vamos, mamá! Solo porque esté pagando no significa que tengamos que invitarla. ¿No recuerdas lo que dijeron los médicos? Su demencia está empeorando. Si esa vieja bruja aparece en la boda, te juro que cancelaré todo ¡No voy a dejar que arruine mi día especial!”

“¡Suficiente!”, exclamó su padre. “Ella es tu abuela. ¡Por lo menos, muestra algo de decencia!”

“¡No me importa, papá! Hablo en serio. Esa mujer no vendrá. ¡Es mi boda, y voy a quitar su nombre de la lista de invitados ahora mismo!”

En ese momento, faltaban apenas dos semanas para la boda. Agnes estaba muy emocionada, pero su corazón se hundió cuando escuchó a su nieta discutir sobre la eliminación de su nombre de la lista de invitados a la boda.

Desafortunadamente, eso afectó su condición, y cuando Timoteo la llevó al médico, le dijeron que si no la cuidaba adecuadamente, empeoraría aún más. Cuando Clara y Linda se enteraron, se molestaron y sugirieron que la anciana fuera internada en un asilo.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“No tenemos tiempo para cuidarla y no quiero arruinar la boda de mi única hija por sus problemas de salud”, expresó Linda.

Al regreso de su cita con el médico, Agnes anunció que no asistiría a la boda de Clara. La pobre mujer también le aconsejó a su hijo que aceptara el pedido de su esposa y la trasladara a un hogar de ancianos lo antes posible.

“Sé que estás preocupado por mí, Tim. Pero no creo que tu esposa y, especialmente, Clara me quieran aquí. Es mejor que me vaya. ¡Por favor!”, suplicó la anciana.

Tim dudaba en hacerle caso, sin embargo su madre seguía suplicando y lloraba porque se sentía asfixiada por el ambiente que reinaba en la casa.

La mañana en que estaba a punto de dejar la casa para ir al hogar de ancianos, Agnes estaba sentada, con los ojos llorosos. Sus pensamientos estaban enfocados en lo adorable que había sido Clara de niña.

Pasaba las vacaciones de verano en su casa y la amaba más que a nada. Con el tiempo, esos sentimientos se habían desvanecido del corazón de su nieta.

Linda se había transformado en una persona mezquina que se avergonzaba de invitar a su abuela a la boda porque estaba enferma; era una anciana con demencia. El día de la boda de Clara, Agnes lloraba mientras recordando lo emocionada que había estado a lo largo de los años por ver a su nieta en su vestido de novia.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Cuando no pudo aguantar más, le pidió a la enfermera Lidia que llamara a su hijo y le preguntara la dirección del lugar de la boda.

“La veré y me devolveré, Tim”, le dijo Agnes a su hijo en la llamada. “Y no te preocupes, me aseguraré de que no me vea. No quiero arruinar su estado de ánimo el día de su boda”.

“Por supuesto, mamá. No te detendré si realmente quieres. Siento no haber podido persuadir a Clara para que te dejara asistir a la boda, pero puedo hacer esto por ti”.

“Está bien, cariño. Hiciste lo mejor que pudiste. Gracias por enviar la dirección. Iré a verte también después de mirar de lejos a Clara”, dijo Agnes antes de colgar el teléfono.

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Emocionada por ver a su nieta, Agnes se vistió con un vestido pastel y una boina a juego. Sin embargo, cuando llegó a la boda, un grito procedente de la habitación de Clara la detuvo en seco.

La anciana se dio cuenta de que su nieta y su prometido estaban discutiendo: “¿Cómo puedes hacerme esto? ¿Cómo puedes cancelar la boda?”, gritaba Clara. Agnes se tapó la boca por la sorpresa.

“No voy a estar con alguien que no respete a sus abuelos, Clara. No puedo creer que no hayas invitado a tu abuela porque estabas avergonzada por su enfermedad”.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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“¿Cuál es el problema? No quería que una carga como ella asistiera a la boda”.

“¡Vaya! Clara, todos envejeceremos en algún momento. ¿Es así como te gustaría que te trataran? ¿Qué hay de mis padres? Ya están cerca de los sesenta. ¿Los tirarás también?”

“No cambies de tema, José. ¡No voy a llamarla!”

“¡Entonces la boda se cancela! ¡Adiós!”

Cuando Agnes escuchó que el prometido de Clara cancelaba la boda, no pudo evitar abrir la puerta de golpe. “Por favor, cariño, no hagas eso. Clara te adora”.

“¡Abuela! ¿Qué diablos estás haciendo aquí?”, exclamó Clara sorprendida.

“Solo quería verte, cariño. Hice todo lo posible para persuadirme de no venir, pero tenía muchas ganas de mirarte en tu vestido de novia”.

“Bueno, lo siento, ya no hay boda aquí, Sra. Arias. Puede marcharse”, dijo José.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“Por favor, cariño, no. Entiendo lo que sientes por las acciones de Clara, pero por favor no canceles la boda. La perdoné hace mucho tiempo y tú deberías hacer lo mismo”.

“Le pido disculpas, Sra. Arias. Le tengo mucho respeto, sin embargo no puedo hacer esto”, declaró José enfáticamente antes de irse.

Clara cayó al suelo sollozando, mientras él se alejaba. “¿Estás contenta ahora? Arruinaste completamente nuestra boda. ¿No es eso lo que querías?”

“No, cariño, no quería eso…”, dijo mientras se acercaba lentamente para consolar a su nieta; la joven se enfureció tanto que echó a su abuela de la habitación.

Agnes salió lentamente, observando los alrededores. La atmósfera parecía deprimente. Los invitados salían del salón, murmurando decepcionados, y Timoteo y Linda estaban discutiendo de nuevo.

Cansada de todo el caos, Agnes se acercó a los asientos dispuestos en el salón de bodas y se sentó en silencio. Luego llamó a Lidia y le pidió que trajera a los ancianos del hogar al lugar de la boda, y juntos disfrutaron de la fiesta.

Al ver la alegría de todos, se sintió encantada. Linda y Clara la miraban con severidad mientras los ancianos iban llenando el salón, pero no permitió que eso la afectara. Se sumergió en el ambiente alegre, y dejó de lado sus preocupaciones.

“Pagué por esta boda, merezco pasar un buen rato. La vida es demasiado corta para preocuparse por todo. Ojalá me hubiera dado cuenta antes”, reflexionó la anciana mientras tomaba un sorbo de su copa de vino.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • No puedes escapar del karma. Clara decidió excluir a su abuela de la boda, sin embargo el karma la alcanzó y la hizo aprender una lección por las malas.
  • No te ocupes solo de la felicidad de los demás sin pensar en tu bienestar. Agnes siempre se preocupó por la felicidad de Clara y descuidó la suya propia. Nunca deberíamos hacer eso.

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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a

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