Shirley confió en su hermano para que cuidara de su madre cuando se mudó al extranjero. Pero sus planes de vida cambiaron cuando volvió a visitarla un año después.
Shirley tenía 40 años y trabajaba en Estados Unidos como enfermera. Se había trasladado desde su ciudad natal al extranjero en busca de mejores oportunidades. Antes de mudarse, vivía con su mamá, que no tenía intención de mudarse a una residencia de ancianos.
Shirley volaba todos los años para visitar a su progenitora y a su hermano. Con el paso de los años, se dio cuenta de que a su madre le resultaba cada vez más difícil cuidar de sí misma, así que decidió tener una reunión privada con su hermano menor, Alex, que acababa de graduarse en la universidad ese mismo año.
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“Mamá necesita que alguien viva con ella a tiempo completo. No puedo llevarla conmigo porque vivo con mi hijo y mi marido en un pequeño apartamento”, dijo.
“¿Qué tal si la visito todos los fines de semana para asegurarme de que su casa está limpia y tiene comida? No quiero vivir en el pueblo con mamá”, respondió. Shirley aceptó el acuerdo, pero seguía preocupada por su madre.
Pasaron tres años y su hermano cumplió su promesa de visitar a su mamá todos los fines de semana. Pero cuando Shirley volvió para las vacaciones de ese año, su madre parecía demasiado frágil para vivir sola.
“Tenemos que desarrollar otro plan”, dijo Shirley a su hermano. “Mamá ya no puede vivir sola”. Alex estuvo de acuerdo, pero no estaba dispuesto a mudarse al pueblo. “¿Qué tal si te vuelves a mudar con ella y te envío dinero todos los meses para que cuides de ti y de mami?”, sugirió Shirley.
Su hermano se mostró más receptivo a la sugerencia, esperando que el dinero fuera suficiente para cubrir las necesidades y divertirse un poco: “Espero que sea suficiente para los dos”, dijo Shirley. Alex prometió volver a casa y cuidar de su madre.
Cuando Shirley se marchó a EE. UU., le preocupaba que su hermano cuidara bien a su madre. Sabía que a él le gustaba salir con sus amigos, pero esperaba que cumpliera su promesa.
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Como había prometido, le enviaba dinero todos los meses. No era una gran cantidad, pero era suficiente para cuidar de los dos.
Sin embargo, en lugar de irse a vivir con su madre, Alex siguió visitándola cada fin de semana y gastando el resto del dinero en sí mismo. La madre de Shirley quería ponerse en contacto con su hija para decirle la verdad, pero no quería causarle más estrés.
Un año después, llegó el momento de que Shirley volviera a visitar a su familia, pero decidió llegar en una fecha diferente para darles una sorpresa. Cuando llegó a casa para las vacaciones, se sorprendió al encontrar a su madre sola.
“¿Dónde está Alex? ¿No debería estar cuidando de ti?”, preguntó Shirley. Su madre le dijo que Alex venía a visitarla de vez en cuando, pero que nunca había vuelto a vivir con ella.
Shirley estaba furiosa. Cada vez que hablaba con su hermano, este le prometía que iba a cuidar de su mamá. Justo cuando intentaba entender las mentiras de su hermano, él entró a la casa. “Hola hermana, esto es una sorpresa. ¿Por qué has vuelto tan pronto?”, preguntó Alex.
“Prometiste cuidar a mamá; ¿por qué la dejaste sola?”, expresó Shirley.
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“Hay muchos ancianos en este pueblo que viven solos y están bien; incluso mamá ha estado bien todo este tiempo”, contestó él.
Cuando Shirley le preguntó a Alex qué hacía con el dinero que le había enviado durante todo el año, su madre le dijo que utilizaba para jugar todos los fines de semana con sus amigos. “Se ha hecho popular en el pueblo por tener siempre dinero extra para jugar”, dijo.
Entristecida por lo que reveló su madre, Shirley conversó con su marido en privado. “Creo que deberíamos llevar a mamá a vivir con nosotros”, dijo. Su esposo quería llevarla con ellos, pero le preocupaba su situación económica.
“Podemos vender esta casa y usar el dinero para conseguir un apartamento más grande”, sugirió Shirley.
Preocupada por que su hermano quisiera una parte del dinero, se lo pidió a su madre en secreto, y ella aceptó mudarse con ellos y vender la casa sin que Alex lo supiera.
Shirley le dijo a Alex que no cuidaría más de su madre. “Nuestra vecina vendrá a cuidarla todos los días hasta que podamos decidir qué hacer con ella”, señaló.
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“Llévala a una residencia de ancianos. Estará bien”, respondió Alex.
Shirley se sentía muy decepcionada, pero estaba segura de que su plan funcionaría. En cuanto ella y su familia regresaron a Estados Unidos, comenzó el proceso de venta de la casa lo antes posible.
Shirley se quedó en el aeropuerto esperando a que su madre aterrizara tres meses después. Mientras se preparaba para su llegada, ella, su marido y su hijo recibieron el dinero de la venta y se mudaron a un apartamento más grande.
Shirley se sintió aliviada de que su mamá viviera con ella. Sabía que podría cuidarla y que no se sentiría sola nunca más. La señora estaba agradecida de poder pasar tiempo con su nieto y el resto de la familia.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- La confianza se gana: Shirley confiaba en su hermano antes de marcharse al extranjero; Alex la rompió al mentirle sobre el cuidado de su madre.
- La familia se cuida mutuamente: Aunque el marido de Shirley estaba preocupado por su situación económica, aceptó acoger a su suegra porque es esencial cuidar de los ancianos cuando ya no pueden valerse por sí mismos.
Por favor, comparte esta historia con tus amigos; podría inspirar a la gente a compartir sus propias historias o a ayudar a alguien más.
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