Danna había planeado casarse con el multimillonario Bruno sin importar lo que costara, pero cuando llegó a la iglesia, lo vio casándose con otra mujer.
Danna siempre había odiado a su prima Gina. Aunque era la más bonita, su madre se había casado con un hombre pobre, la madre de su prima se había casado con un abogado rico, por lo que sus vidas eran muy diferentes.
Gina había ido a una universidad elegante, tenía las mejores ropas, tuvo su primer descapotable cuando cumplió 16 años, y Danna nunca tuvo nada. Sí, la odiaba, pero nunca se lo hizo saber porque su prima era generosa y amable.
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Gracias a su prima, Danna fue a las mejores fiestas, se puso los vestidos nuevos de su prima (a veces los estrenó) y disfrutó de vacaciones costosas. La verdad es que Gina la creía su mejor amiga, hasta que le robó al hombre que amaba.
Gina había conocido a Bruno Falcón toda su vida y siempre estuvo enamorada de él. Era el hijo del mejor amigo de su padre y había pasado los últimos siete años estudiando medicina en Europa.
“¡Danna!”, exclamó Gina. “¡Bruno ha vuelto y va a estar en el baile del club de campo esta noche!”.
“¿Quién es Bruno?”, preguntó la joven, mirando los vestidos de su prima, para decidir cuál se iba a poner.
Gina se sonrojó. “Bruno y yo… Él fue mi primer novio cuando yo tenía 16 años… Luego se fue al extranjero a estudiar y seguimos escribiéndonos. ¡Lo amo y él me ama a mí!”.
“¿Cómo es que nunca me habías hablado de él antes?”, preguntó con suspicacia.
Gina parecía avergonzada. “Pensé que te reirías de mí, por seguir enamorada de este hombre durante estos siete años…”
“¡Creo que es dulce!”, dijo Danna. “¡Cuéntame todo acerca de él!”. Escuchó atentamente mientras Gina hablaba sobre Bruno, sus padres, lo inteligente que era y cómo iba a ser uno de los mejores cirujanos del país.
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¡Él era exactamente lo que había estado buscando! ¡Un hombre rico y guapo con padres ricos! Le sonrió dulcemente a su prima. “¡Oh, debes presentármelo esta noche!”.
Danna planeó su entrada al baile pensando en lograr el máximo impacto. Siempre llegaba tarde, claro, era su marca registrada. Le gustaba entrar y que todos la miraran: ¡se esmeraba en lucir preciosa!
Llevaba un impresionante vestido rojo (de Gina) que se adhería a cada curva de su voluptuoso cuerpo y dejaba mucho escote a la vista. Su largo cabello oscuro caía por su espalda y sus ojos oscuros brillaban en forma seductora.
Entró y las conversaciones literalmente se detuvieron. En medio de la multitud, vio a Gina muy guapa con un vestido de tafetán rosa junto a un hombre alto y apuesto, y sonrió.
Corrió y besó a Gina en la mejilla afectuosamente. “¡Gina! ¡Te ves tan bonita!”. Luego volvió su mirada sensual hacia el hombre que sabía que era Bruno Falcón.
“¿No vas a presentarme?”, preguntó, pero antes de que Gina pudiera decir una palabra, Danna ya había tomado la mano de Bruno y lo estaba llevando a la pista de baile donde sonaba una canción romántica lenta.
Gina se quedó allí observando cómo su prima pasaba sus brazos alrededor del cuello de Bruno y presionaba su cuerpo contra el de él. Nunca los volvió a ver esa noche. Simplemente, desaparecieron. Ella se fue a casa y lloró hasta quedarse dormida.
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Al día siguiente, Danna llamó y se disculpó: “Lo siento mucho, Gina, ¡pero Bruno era irresistible! Traté de decirle que no podía interponerme entre ustedes, y él dijo… Dijo que era una cosa de niños, un enamoramiento de adolescentes…”
Gina estaba devastada, pero sonrió valientemente y le deseó lo mejor a su prima. Ese verano, ellos fueron la pareja más sexy y tres meses después anunciaron su compromiso.
“¿Comprometidos?”, preguntó Gina, atónita, “Pero Bruno, ¡apenas la conoces desde hace tres meses!”.
“Lo sé”, dijo Bruno. “Pero ella simplemente me hizo perder el control; estoy enamorado y ella va a tener a mi bebé…”
“¿Un bebé?”, preguntó Gina asombrada. “¿Danna? ¡Danna odia a los niños!”.
“Estás siendo muy injusto con tu prima”, dijo Bruno. “Es una mujer maravillosa y será una madre maravillosa. Espero que ahora que seremos una familia renuncies a esa pequeña fantasía que tenías…”
“¿Mi fantasía?”, preguntó Gina. “¡Pensé que sentías algo por mí también!”.
Bruno parecía avergonzado. “Lo sentí, lo sentí… ¡Pero Danna me hizo ver que hay mucho más entre un hombre y una mujer!”.
Gina decidió hacer lo mejor que podía en esa situación e incluso se ofreció a comprarle un vestido de novia a su prima. Danna se mostró muy agradecida y le pidió a Gina que fuera su dama de honor.
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“Te quiero a mi lado cuando me case con Bruno”, dijo y sonrió. “¡Es lo correcto!”.
Eso le rompió el corazón a Gina, pero aceptó. Danna eligió el vestido más caro de la tienda, y Gina escogió para ella un traje sencillo y delicado de satén y encaje.
“Quiero hacer una gran entrada”, dijo, “sabes lo importante que es eso para mí”. Y también lo era el dinero de Bruno, porque Danna tenía un plan y un hombre esperando entre bastidores, su gran amor que, lamentablemente, era tan pobre como ella.
Las semanas previas a la boda pasaron rápidamente y, antes de que se dieran cuenta, era la cena de ensayo. Por supuesto, Danna se retrasaba como siempre, y Bruno, que estaba impaciente por verla, salió a esperarla.
Estaba junto a la puerta del restaurante cuando escuchó una voz familiar: “Cariño, este es mi boleto dorado. ¡Él ni siquiera me ha pedido que firme un acuerdo prenupcial! Cree que estoy embarazada, así que en unas pocas semanas, fingiré un aborto espontáneo…”
“¡Y luego seremos tú y yo en una playa tropical!”.
Bruno se dio la vuelta y quedó sin aliento. ¡Era Danna, parada en las sombras, hablando con otra persona, planeando engañarlo incluso antes de su boda!
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El primer impulso de Bruno fue llamarla y cancelar la boda, pero luego tuvo una idea mejor. Regresó a la fiesta y fingió que todo estaba bien. Tocó a Gina en el hombro.
“Tenías razón en todo”, dijo en voz baja. “Ella es una mentirosa. Me hizo creer que lo que sentía por ti era infantil, pero en este momento todo lo que siento es alivio de no casarme con ella”.
“¿No te vas a casar con ella?”, preguntó Gina.
“No”, dijo Bruno en voz baja. “Me quiero casar contigo porque ahora sé que siempre has sido tú. La dejé cegarme, seducirme… lo siento”.
“Pero la cena de ensayo, la boda…”, dijo Gina. “¿Qué vas a hacer?”.
“Tengo esta idea y espero que estés de acuerdo”, susurró Bruno. “Escucha…”
A la mañana siguiente, Danna se puso su lujoso vestido de novia y su velo con la ayuda de su madre y su hermana. “No me gusta el cabello así”, le dijo al peluquero. “¡Hazlo otra vez!”.
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“Danna, ya llegas media hora tarde…”, le dijo su hermana.
“No me importa”, respondió en forma tajante. “¡Soy la novia, que me esperen!”.
Una hora y media más tarde, Danna estaba en las puertas de la catedral, esperando para hacer su gran entrada. “Abre la puerta”, exigió al portero. “¿No ves que por fin he llegado?”.
El hombre parecía confundido, pero obedeció. Las enormes puertas se abrieron hacia adentro y Danna escuchó las palabras: “¡Puedes besar a la novia!”.
Allí, en el altar, estaba Bruno, y frente a él, luciendo radiante con un vestido de novia, ¡estaba Gina! ¿Bruno se iba a casar con Gina?
Danna gritó y arrojó su ramo, pero nadie la notó ni miró en su dirección. Todos estaban animando a la pareja de novios. Había jugado sucio y había perdido.
Y no solo perdió a su novio, perdió la amistad de su prima y todos los beneficios que recibía de ella. Danna descubrió que si quería cosas, tenía que trabajar, y trabajar duro, para conseguirlas.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Las mentiras suelen tener piernas cortas y tarde o temprano quedan al descubierto. Danna apuñaló a su prima por la espalda y terminó perdiendo todo.
- No se debe construir un matrimonio sobre una mentira. Danna le estaba mintiendo a Bruno no solamente sobre el embarazo sino también sobre sus propios sentimientos hacia él, y estuvieron a punto de casarse. Su matrimonio habría estado destinado al fracaso.
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