Un hombre se sorprendió por lo que encontró en el maletero de un viejo automóvil abandonado en el bosque
El tranquilo viaje fotográfico de fin de semana de Paul se convirtió en una aventura inesperada cuando descubrió un viejo coche abandonado en el bosque. Dentro del maletero, un misterioso paquete con una etiqueta descolorida le condujo a una búsqueda que desveló un misterio de una década y alteró su destino.
“Un poco más a la izquierda… ¡perfecto! Ya está”. murmuró Paul para sí, ajustando el objetivo de su cámara. Se agachó para captar los pétalos besados por el rocío de una flor silvestre.
Un hombre haciendo una foto | Fuente: Pexels
La luz de primera hora de la mañana se colaba entre las copas de los árboles, proyectando un resplandor dorado sobre todo. Paul, un oficinista de 32 años apasionado por la fotografía, sintió que el corazón se le hinchaba de satisfacción.
Paul vivía para momentos como éste. Durante la semana, trabajaba en una oficina, archivando papeles y atendiendo llamadas telefónicas. Pero los fines de semana se transformaba en un aventurero, explorando los rincones ocultos del país con su cámara.
Un fotógrafo de pie en la cima de una montaña | Fuente: Pexels
Su sueño era convertirse en fotógrafo profesional, pero hasta ahora, su enfoque único de la fotografía no había sido apreciado por las personas del sector con las que se ponía en contacto.
“Algún día lo verán”, se decía a menudo. Dedicaba los fines de semana a crear una cartera que algún día le diera trabajo en una prestigiosa empresa de fotografía. Sus amigos y familiares admiraban su dedicación, aunque no la comprendieran del todo.
Un día, Paul estaba sentado en su despacho, golpeando el escritorio con el bolígrafo, con la mente distraída de la aburrida pila de papeles que tenía delante.
Un hombre trabajando | Fuente: Pexels
Disimuladamente, sacó su teléfono y abrió la aplicación de mapas, buscando su próxima aventura fotográfica. Encorvado sobre la mesa, hizo zoom sobre un punto verde del mapa. Estaba un poco alejado de la ciudad. Allí encontró un bosque remoto.
Este lugar parece perfecto para fotografiar la vida salvaje, pensó, imaginando la belleza intacta que podría capturar. Pensar en su cámara y en lo salvaje y desconocido le levantó el ánimo, transportándole momentáneamente lejos de su mundana rutina de oficina.
Una persona mirando un mapa en su teléfono | Fuente: Pexels
Investigando un poco más, Paul se enteró de que el bosque era poco frecuentado. Era un refugio para animales a los que no molestaba la presencia humana. Paul sabía que la demanda de fotografía de fauna salvaje era alta, y estaba ansioso por ampliar su cartera visitando el bosque con su cámara.
El fin de semana siguiente, Paul salió temprano. El bosque estaba a 130 millas de la ciudad, un viaje que le llevó a lo más profundo de la naturaleza salvaje.
“Allá vamos”, dijo en voz alta mientras aparcaba el coche al principio del bosque.
Un automóvil aparcado en un bosque | Fuente: Pexels
Tras cerrar el coche, se puso en marcha a pie, adentrándose en el denso bosque. El camino apenas era visible, cubierto de enredaderas y maleza. Estaba claro que hacía mucho tiempo que no circulaba ningún automóvil por aquí.
A medida que se adentraba, el bosque se volvía inquietantemente silencioso. Los sonidos de la ciudad habían desaparecido hacía tiempo, sustituidos por el crujido ocasional de las hojas y el lejano canto de los pájaros. Paul no podía evitar una creciente sensación de inquietud.
Un hombre haciendo senderismo en un bosque | Fuente: Pexels
¿Y si me ataca un animal salvaje? O peor aún, ¿y si me pierdo o me lastimo? pensó, con la mente llena de posibilidades. El hospital más cercano estaba a más de 240 km, y no había visto a nadie desde que dejó el coche.
Pero su determinación le empujaba hacia delante. Tenía que encontrar la foto perfecta, la que por fin le hiciera llamar la atención. Tras caminar unos ocho kilómetros, tropezó con algo inesperado.
Primer plano del zapato de un hombre en un bosque | Fuente: Pexels
Un automóvil viejo y oxidado yacía abandonado en un pequeño claro, parcialmente cubierto por el follaje. Parecía llevar allí muchos años.
“¿Qué hace esto aquí?” murmuró Paul, picado por la curiosidad. Se acercó al auto con cautela, mirando por las sucias ventanillas. El interior era un desastre, con los asientos rotos y el guardabarros agrietado. Pero lo que le llamó la atención fue el maletero. Estaba ligeramente entreabierto, como si le invitara a abrirlo.
Un Automóvil abandonado en un bosque | Fuente: Pexels
Respirando hondo, Paul se acercó al maletero. “Por favor, que no sea algo horrible”, susurró, más para sí mismo que para otra cosa.
Levantó la tapa, y lo que vio le dejó helado. Dentro del baúl había una vieja caja de madera envuelta en una bolsa transparente. El paquete estaba precintado y tenía pegada una etiqueta de envío.
¿Un paquete de entrega en medio del bosque? pensó Paul. Estaba sorprendido. No esperaba toparse con una misteriosa caja de madera en su aventura de fin de semana.
Un hombre con un paquete en la mano | Fuente: Midjourney
Aunque la etiqueta estaba descolorida, Paul aún podía leer el nombre y la dirección impresos en ella. El destinatario era una mujer llamada Martha. Sin embargo, la fecha escrita en ella se había desvanecido, por lo que era imposible determinar la antigüedad del paquete.
Debería abrirlo, pensó Paul, corroído por la curiosidad. Pero su moral se lo impedía. No le parecía bien invadir la intimidad de alguien.
La dirección del paquete le parecía desconocida, pero cuando la buscó en su teléfono, descubrió que no estaba demasiado lejos. Podía ir fácilmente en coche y entregar la caja de madera.
Un hombre sujetando su teléfono en un bosque | Fuente: Midjourney
¿De verdad debería ir allí? ¿Y si me meto en problemas?, pensó.
Paul estaba inseguro, pero pensar en la aventura que le esperaba le hacía sentirse entusiasmado. Iré, pensó mientras cerraba el baúl. A ver adónde me lleva este misterioso paquete.
El bosque, que antes le había parecido tan intimidante, ahora le parecía el punto de partida de una gran aventura. Las manos de Paul temblaban de emoción mientras guardaba cuidadosamente el paquete en la mochila.
Volvió a pie hasta su auto y salió del bosque.
Un Automóvil circulando por una carretera | Fuente: Pexels
El trayecto hasta la dirección le llevó a una ciudad vecina que no había visitado antes. Las calles eran desconocidas, llenas de casas antiguas y callejuelas estrechas.
Finalmente llegó a la dirección, una casa pintoresca y desgastada con hiedra trepando por sus paredes. Paul respiró hondo y llamó a la puerta. Al cabo de un momento, apareció una joven tras el cristal, con ojos curiosos que lo estudiaban.
“Hola, soy Paul. ¿Conoces a una mujer llamada Martha?”, preguntó, mostrando el paquete.
Un hombre frente a una casa | Fuente: Midjourney
Los ojos de la chica se abrieron de sorpresa al abrir la puerta. “Martha era mi abuela. Falleció hace unos años. Soy Verónica. ¿De qué se trata?”
Paul le entregó la caja. “Encontré esto en un viejo automóvil en el bosque. La dirección me trajo hasta aquí”.
Veronica cogió la caja, con las manos temblorosas. La abrió con cuidado, mostrando un equipo de escalada y otros objetos personales. Sus ojos se llenaron de reconocimiento y emoción.
“Pertenecen a mi abuelo. Se fue a una expedición de alpinismo hace diez años y nunca volvió. Lo buscamos durante años”, dijo Veronica, con la voz entrecortada.
Primer plano del rostro de una mujer | Fuente: Midjourney
“¿En serio?” preguntó Paul. “¿Adónde fue? ¿Pudieron encontrarlo?”
“No. Nunca lo encontramos”, dijo ella.
“Entonces, ¿crees que el automóvil que encontré pertenece a tu abuelo?”.
“Mi abuelo no tenía coche”, reveló Verónica. “Sé cómo llegó allí esta caja. Poco después de su desaparición, un hombre se puso en contacto con mi abuela. Dijo que había encontrado las pertenencias de mi abuelo en el campamento base, junto con su número de teléfono. Prometió entregárselas, pero nunca lo hizo. No tengo ni idea de lo que le ocurrió”.
Una mujer triste | Fuente: Midjourney
Paul escuchó, sintiendo el peso de la historia. “Siento mucho tu pérdida. Espero que esto te sirva de consuelo”.
Veronica asintió, enjugándose una lágrima. “Gracias, Paul. Esto significa mucho para nuestra familia. ¿Qué hacías en el bosque?”.
“Estaba en una expedición fotográfica”, respondió Paul, sonriendo. “Es mi pasión. Hago fotos en mi tiempo libre, con la esperanza de construir una cartera que me permita ser contratado como fotógrafo.”
“¡Qué interesante!” exclamó Verónica. “Mi tío, Stewart, tiene una empresa que busca contratar fotógrafos. Podría ponerlos en contacto”.
Una mujer hablando con un hombre | Fuente: Midjourney
A Paul se le aceleró el corazón. “Eso sería increíble. Muchas gracias, Veronica”.
Unos días más tarde, Paul se encontraba en el despacho de Stewart, con una muestra de sus trabajos sobre la mesa. Stewart hojeó las fotos y asintió con la cabeza.
“Son impresionantes, Paul”, dijo Stewart, levantando por fin la vista. “Nos vendría bien alguien con tu ojo para los detalles y tu creatividad. ¿Te gustaría unirte a nuestro equipo?”.
Los ojos de Paul se abrieron de par en par, incrédulo. “Me encantaría. Muchas gracias”.
Un hombre dando la mano al entrevistador | Fuente: Pexels
Stewart sonrió. “Bienvenido a bordo. Discutiremos los detalles, pero te aseguro que el sueldo será superior al que ganas actualmente”.
Paul salió del despacho, sintiendo que caminaba en el aire. El viaje al bosque le había cambiado la vida. No sólo había ayudado a Veronica y a su familia a encontrar una solución, sino que también había encontrado la oportunidad con la que soñaba.
Mientras conducía de vuelta a casa, Paul no pudo evitar pensar en el extraño giro del destino que le había conducido hasta allí. Su pasión por la fotografía le había llevado a un viaje inesperado, que había cambiado su vida de un modo que nunca habría imaginado.
Y todo empezó con un paquete olvidado en el maletero de un viejo automóvil.
Primer plano de las manos de un hombre sobre un volante | Fuente: Pexels
Esta obra se inspira en hechos y personas reales, pero se ha ficcionalizado con fines creativos. Se han cambiado nombres, personajes y detalles para proteger la intimidad y mejorar la narración. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, o con hechos reales es pura coincidencia y no es intención del autor.
El autor y el editor no garantizan la exactitud de los acontecimientos ni la representación de los personajes, y no se hacen responsables de ninguna interpretación errónea. Esta historia se proporciona “tal cual”, y las opiniones expresadas son las de los personajes y no reflejan los puntos de vista del autor ni del editor.
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