Mamá solitaria revisa a su bebé por la mañana y se desconcierta al ver que ya le cambiaron el pañal – Historia del día

Una joven descubre que está embarazada a los diecisiete años y sus religiosos padres adoptivos la echan de casa, pero acaba encontrando ayuda de la manera más inesperada.

“¡Largo!”, gritó su madre adoptiva, mientras Karina lloraba y se cubría la cara con sus manos. “¡Repugnante pecadora! ¡No te aceptaré en esta casa con tus inocentes hermanos y hermanas!”.

Karina lanzó a su padre adoptivo una mirada suplicante, pero él encogió los hombros y se alejó. Él nunca iría en contra de su esposa, ¡nunca! La mujer guio a Karina hacia la puerta y manifestó: “¡Los pecados de los padres! ¡Debería haber sabido que serías una mujer libertina como tu madre!”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Karina se sentó a llorar en la acera frente a la casa hasta que su padre adoptivo salió con una mochila. “Tu hermana empacó algunas cosas para ti”, dijo y le entregó un pequeño rollo de billetes. “Lo siento, pero conoces a tu mamá”.

Karina se secó los ojos y lo miró. “¡Ella no es mi mamá!” y continuó llorando. “¡Y tú no eres mi papá! Prometiste amarme sin importar qué, ¡eso es lo que hacen los VERDADEROS padres!”.

El padre adoptivo de la joven se alejó, luciendo avergonzado, y ella tomó sus pocas pertenencias y se fue caminando.

Había sido adoptada de pequeña y criada en la casa de los López junto con otros cuatro niños. Los López conformaban una buena y bonita familia. Sin embargo, eran fanáticos religiosos que no celebraban cumpleaños ni Navidad porque era pecaminoso.

La vida de Karina y sus hermanos se había limitado a ir a la escuela durante la semana e ir a la iglesia los domingos. Y, como cualquier otra adolescente, había comenzado a rebelarse. Quería ir al cine, usar ropa bonita y lápiz labial.

Quería ir a fiestas, besar a un chico y enamorarse. Pero debido a la forma de pensar de su familia, todo eso le era negado, por lo que perdió todo sentido de los verdaderos límites. Terminó involucrada con el chico malo de la escuela y en unos meses estaba embarazada.

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“¡No hay milagros ahora!”, se dijo amargamente. “¡Ningún ángel de la guarda que te cuide!”. Esa era la fantasía más preciada de Karina. Imaginaba que tenía un ángel guardián que la cuidaba y, a veces, dejaba caer regalos mágicamente en su vida.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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En su cumpleaños, siempre recibía regalos que le llevaban a la escuela. Los escondía en su casillero y nunca se los llevaba a casa. En Navidad, encontraba bastones de caramelo colgando del árbol fuera de su ventana y un brillante calcetín navideño lleno de golosinas prohibidas.

Karina había buscado a su ángel guardián, pero nunca vislumbró la presencia misteriosa. Ahora que estaba sola en el mundo con un bebé en el vientre era cuando más lo necesitaba.

Caminó hasta el parque cercano y se sentó con su mochila en el regazo. Contó el dinero que le había dado su padre adoptivo. Un poco más de $56. No era suficiente ni siquiera para una noche en un motel barato.

Karina comenzó a sollozar nuevamente y luego escuchó una voz amistosa. “Hola, niña, ¿qué puede ser tan malo? ¡Quizás mamá Mila pueda ayudarte!”, le dijo un hombre.

Karina alzó la vista y vio a dos personas: una era una mujer alta con una sonrisa amistosa. Ella vestía un delantal de flores de colores. Mientras que el señor que tenía unas tijeras de podar en una mano y un ramo de rosas en la otra.

“Estoy… bien…”, resopló Karina.

La mujer negó con la cabeza y se sentó junto a la joven. “No, cariño, no lo estás”, dijo. “Pero sabes que puedes decírmelo. Yo no te juzgaré”.

Karina les contó toda su miserable historia y dijo: “Así que no tengo dinero, ni trabajo, ni adónde ir, y un bebé por nacer que tengo que cuidar”.

“Te daré un trabajo”, dijo Mila con calma. “¡Y tengo un pequeño lugar donde puedes quedarte, pero tendrás que cuidar al bebé tú misma!”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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“¿Me darás un trabajo?”, preguntó Karina. “¿De verdad?”.

“Sí”, dijo Mila. “Tengo un puesto de flores en este extremo del parque, pero quería abrir otro cerca del distrito comercial. Te enseñaré cómo hacer los arreglos florales y veremos cómo te va”.

Karina estaba sonriendo a pesar de sus lágrimas. “¡Puedo hacer eso! ¡Me encantan las flores!”.

“Bueno, entonces”, dijo Mila. Ven a ver el pequeño apartamento en el que puedo instalarte.

El apartamento no estaba lejos. Era un lugar con poco espacio, pero muy limpio y acogedor. Karina no podía creer su suerte. ¡Quizás su ángel de la guarda la estaba cuidando después de todo!

Durante los siguientes meses, las cosas solo mejoraron para Karina. El puesto de flores en el distrito comercial fue un gran éxito y Mila estaba muy complacida con el trabajo de la joven. La bondadosa mujer llevó a Karina al doctor y tanto la chica como el bebé estaban sanos.

Cinco meses después, Karina dio a luz a un hermoso bebé al que llamó Miguel. Mila le dio a Karina tres meses de licencia antes de tener que volver al trabajo. Adaptarse a un recién nacido fue muy difícil.

Miguel lloraba todo el tiempo y Karina cambiaba constantemente sus pañales. Parecía que nunca dormía más de diez minutos seguidos y la joven madre estaba completamente exhausta. Entonces, una mañana, se despertó con el sol entrando en su dormitorio.

“¡Miguel!”, exclamó casi llorando y corrió hacia la diminuta habitación de su bebé. Miguel estaba profundamente dormido. Tenía sus diminutos puños debajo de su barbilla y lucía como un angelito.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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¡Karina no podía creer que su hijo hubiera dormido toda la noche sin comer ni mojar el pañal!

Luego se dio cuenta de que el biberón que había preparado para su alimentación nocturna estaba vacío y que su pañal estaba limpio y seco. “¡Eso es tan raro!”, se dijo a sí misma. “¿Lo alimenté y lo cambié mientras dormía?”.

Esa noche, Miguel no volvió a llorar y cuando Karina se despertó por la mañana, estaba alimentado, seco y durmiendo en paz. “¡Esto se está poniendo realmente espeluznante!”, pensó. “Tal vez estoy sonámbula o algo así. ¡Esta noche no me voy a dormir!”.

Karina yacía despierta esperando el más mínimo sonido de la habitación de Miguel y, a las tres de la mañana, escuchó un suave llanto seguido de sonidos silenciosos. ¡Había alguien con su bebé!

Karina se asomó a la habitación. Había una mujer inclinada sobre la cuna de Miguel hablándole suavemente y cambiándole el pañal. Karina encendió la luz y grito: “¿Quién eres? ¡Aléjate de mi bebé!”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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La mujer contuvo la respiración y Miguel comenzó a llorar. Entonces la extraña levantó al bebito y comenzó a calmarlo. “Hola, Karina”, dijo con calma. “Soy Marta Duarte y soy tu madre”.

Marta le contó a Karina su historia. Al igual que ella, Marta había quedado embarazada muy joven, a los dieciséis años. “Mi madre quería que abortara, pero me negué”, explicó la mujer. “Así que ella me echó y tuve que renunciar a ti”.

“Fue lo más difícil que he hecho y me rompió el corazón. Estaba decidida a quedarme en tu vida, así que te veía tanto como podía y te enviaba regalos de cumpleaños y en Navidad.

“Después terminé la escuela secundaria y comencé mi propio negocio. Tengo una serie de florerías en la ciudad, más de treinta, por lo que fue fácil lograr que una de mis empleadas, Mila, te ofreciera un trabajo. Este apartamento era de mi difunta madre”.

“¿Pero por qué no dijiste algo? ¿Por qué te escondías?”, preguntó Karina.

Marta se encogió de hombros. “Estaba avergonzada”, susurró. “Sé lo que debes pensar de mí, especialmente porque te vas a quedar con tu bebé… No era mi intención que te enteraras, solo quería que tuvieras una buena noche de sueño”.

“Tengo suerte”, dijo Karina abrazando a Marta. “¡Te tengo a ti y a Mila ayudándome, de lo contrario tendría que renunciar a Miguel también! ¿Cómo podría pensar mal de ti?”.

Marta recuperó a su hija y también a su nieto, y los dos se mudaron a su hermosa casa. Finalmente, Karina tuvo una madre cariñosa y comprensiva que la amaba y la apoyaba incondicionalmente.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • No importa cuán oscuras y desesperadas parezcan las cosas, recuerda que siempre hay un ángel de la guarda que nos protege: Karina no tenía hogar, estaba arruinada y embarazada. Pero Mila y Marta le dieron un trabajo y un lugar para vivir.
  • Los buenos padres aman y apoyan a sus hijos incondicionalmente: La madre adoptiva de Karina la echó porque era una “pecadora”, pero su verdadera madre intervino para protegerla.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien.

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