Maestra jubilada ve a chica sin hogar con un bebé en brazos y reconoce a su antigua alumna sobresaliente – Historia del día

Una maestra jubilada pasa junto a una chica sin hogar con un bebé llorando en brazos, sólo para darse cuenta de que solía ser una antigua alumna de honor de su clase. Decide averiguar qué ocurrió con la esperanza de ayudar a la pobre chica.

La Sra. Baker era una maestra jubilada que dedicó más de la mitad de su vida a enseñar matemáticas. “Cualquier problema puede resolverse con la ayuda de las matemáticas”, solía decir a sus alumnos.

Adoraba a los niños y, a cambio, los niños también la adoraban a ella. Cuando se hizo mayor, se dio cuenta de que su cerebro no era tan agudo como para seguir enseñando, así que se jubiló a los sesenta años.

Ahora, sólo las hortensias y rosas que regaba en su jardín conocían sus historias sobre matemáticas. Sus hijos habían crecido y sus nietos eran demasiado pequeños para recibir clases. Anhelaba el día en que pudiera enseñar a sus nietos cuando tuvieran edad suficiente.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Un día, la Sra. Baker fue a la tienda de comestibles. Allí solía reunirse con sus vecinas y, después de hacer los recados, tomaban un café en una cafetería de la zona. Sin embargo, aquel día era diferente.

A la entrada de la tienda, se fijó en una indigente de unos 20 años. Algo en la joven le llamó la atención.

Decidió darle unos dólares mientras se acercaba. Se sintió fatal al darse cuenta de que la joven llevaba una bebé llorando en brazos.

“Gracias”, dijo la indigente mirando a la anciana, y la Sra. Baker palideció. Se dio cuenta de que conocía a la chica: era una antigua alumna suya.

“Sandra, ¿eres tú?”, preguntó sorprendida, y las mejillas de la chica enrojecieron de vergüenza.

“Sí, soy yo”, respondió en voz baja.

La Sra. Baker no podía estar más sorprendida. Sandra era una alumna sobresaliente, sin duda la mejor de su clase. Solían trabajar juntas después de clase, ya que la joven estaba dotada para las matemáticas. La Sra. Baker creía que Sandra sería una gran científica algún día.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Tras un incómodo silencio, Sandra se sintió incómoda con la Sra. Baker y le pidió que se marchara. “Por favor, váyase. Me está impidiendo ganar la cantidad necesaria para llevarme a casa”, murmuró la joven.

A la anciana le sorprendió lo que decía. “¿Cantidad necesaria?”, pensó para sí.

La Sra. Baker siguió adelante, entrando en la tienda de comestibles para hacer recados. Mientras daba vueltas por la tienda, no podía quitarse de la cabeza el pensamiento de Sandra y decidió comprarle algo de comida.

Le dio un bocadillo a Sandra y se ofreció a cuidar a su hija mientras comía. La joven dudó, ya que así tendría menos tiempo para pedir dinero.

“No te preocupes”, le aseguró la Sra. Baker. “También le darán dinero a una anciana con una bebé”, dijo, tomando a la bebé de Sandra.

La Sra. Baker sostuvo a la bebé y pedía dinero a los transeúntes mientras Sandra comía a su lado. “¿Qué te pasó, querida Sandra?”, preguntó amablemente la anciana profesora.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Sandra reveló que, poco después de graduarse de la escuela, sus padres murieron en un accidente. Sin ningún sitio adonde ir, dependía mucho de su novio y vivía con él.

“Quedé embarazada y, cuando tuvimos a la bebé, él dejó de ser responsable. Me obligó a salir a la calle con la niña para ganar dinero, pensando que la gente se compadecería de nosotros. Está en la cabaña, sin hacer nada. No puedo dejarlo porque no tengo adónde ir”, admitió Sandra.

La Sra. Baker se sorprendió y se dio cuenta de que Sandra se había visto obligada a vivir en una situación que no quería. “Este no es un entorno saludable ni para ti ni para tu hija. Por favor, déjame ayudarte”, le dijo a su antigua alumna.

Con lágrimas en los ojos, Sandra se dio cuenta de que su profesora tenía razón. No había ninguna esperanza de que su novio cambiara, pues ya había demostrado ser un mal padre.

Con el consentimiento de Sandra, la Sra. Baker llamó a la policía y el novio de Sandra fue llevado a comisaría. Mientras tanto, la anciana adoptó a Sandra y la ayudó a cuidar de su hijo.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Sabiendo lo dotada que era la joven para las matemáticas, la Sra. Baker movió hilos para conseguirle una beca en una universidad cercana, donde estudió Matemáticas Aplicadas. La Sra. Baker cuidaba de la bebé en casa mientras Sandra estudiaba, y se convirtieron en una familia junto con los otros hijos y nietos de la Sra. Baker.

Después de cuatro años, Sandra se graduó con honores. Era una recluta muy solicitada por muchas empresas y corporaciones financieras, y le resultó fácil conseguir un trabajo bien pagado.

No solo empezó a ganar un buen dinero, sino que pudo asegurar el futuro de su hija y, de paso, retribuir a la Sra. Baker. “Usted cambió mi vida, Sra. Baker. Se lo debo todo a usted”, dijo un día después de cobrar su primer sueldo.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • No te conformes con menos de lo que mereces: Sandra se quedó con su novio porque pensaba que era su única opción. Después de cruzarse con la Sra. Baker, se dio cuenta de que se estaba frenando a sí misma y de que había otras formas de sobrevivir e incluso prosperar.
  • Nunca es demasiado tarde para perseguir tus sueños: Cuando murieron los padres de Sandra, se sintió perdida y pensó que no le quedaba más remedio que confiar en su novio. Tras reencontrarse con la Sra. Baker, pudo seguir estudiando y conseguir un trabajo en una buena empresa, donde se dedicó a su talento para las matemáticas.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

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